La Vereda

La Vereda

La Vereda.

El pueblo de La Vereda parece sacado de un cuento de los Hermanos Grimm. De una belleza extraordinaria, es una de las joyas de la despoblación en España. 

Es el máximo exponente de la llamada arquitectura negra de Guadalajara, en la parte noroccidental de la provincia, en la sierra de Ayllón.

Estaba conformado por algo más de una treintena de casas. Todas las viviendas seguían una tipología muy parecida, con el empleo de la pizarra, tanto en muros como en tejados. De una sola planta con cámara o cambara en la parte de arriba, al exterior tenían pocos y pequeños vanos para las ventanas con el objeto de preservar el interior de las casas de las inclemencias meteorológicas.

La ganadería era su principal medio de vida y dentro de ella eran las cabras las que se llevaban la parte más numerosa. El ganado se mantenía en el pueblo y sus pastos cercanos hasta San Pedro, a últimos de junio, fecha en que se subía a los pastos de verano situados en el Monte de la Cerrada donde se guardaba en las llamadas ¨teinas¨, volviéndose a bajar al pueblo hacia el 16 de agosto. 

Las ovejas quedaban en un segundo plano. El día 11 de junio, San Bernabé, se realizaba el esquileo de las ovejas y se subían a los pastos de verano. Este día era tradición comer un cocido con la lengua del cerdo que se había matado el año anterior.

No faltaba un numero considerable de mulas, animal necesario para las tareas agrícolas y para el transporte humano en estas tierras donde no llegó nunca un vehículo.

Había mucha tradición en La Vereda de poseer colmenas para la extracción de miel. La agricultura quedaba en un plano secundario al ser un terreno muy escabroso y de poca calidad. Se cultivaba trigo y centeno principalmente y legumbres, hortalizas y verduras en los pequeños huertos para consumo propio. En los arboles frutales eran los cerezos y los nogales los que se llevaban la palma.

San Pedro era el patrón del pueblo al que celebraban fiestas los días 29 y 30 de junio. La fiesta empezaba muy temprano con la ronda de los mozos por las diversas casas para recoger las rosquillas de ¨baño¨ con las que se componía el Ramo. Se tocaba la jota serrana en cada casa, invitando los dueños a pastas y anís para los presentes. Se recogían dos rosquillas por cada casa, una para el Ramo y otra para los mozos. A mediodía se celebraba la misa y la procesión correspondiente en la que se llevaba la imagen de la Inmaculada Concepción. Tras el breve recorrido, se subastaban las andas y las ¨cintas¨ que adornaban la Imagen antes de la entrada en la iglesia. Por la tarde se hacía la subasta del ¨Ramo¨, armazón de madera adornado con las rosquillas recogidas y con cintas y ramas de cerezo, con lo obtenido se sufragaban gastos de la iglesia y de la fiesta. Tradición esta del Ramo de la que ya hay constancia desde 1681.

El baile se hacía en el interior de la Casa de la Villa y los músicos eran gentes del mismo pueblo que con guitarras, bandurria y laúd, más el acompañamiento de triangulo, botellas de anís y cañas entrechocadas hacían bailar a los presentes la típica jota serrana:

Matallana está en un llano, La Vereda en una cuesta,
y El Vado está a orilla del río, ¨arrecogiendo¨ la pesca. 
En El Vado hay buenas mozas, y en Matallana mejores,
y llegando a La Vereda, como ramitos de flores. 
Entre Tamajón y El Vado, han sembrado un melonar,
Matallana y La Vereda, se los bajan a quitar. 

Había costumbre el día de la fiesta de hacer un guiso de patatas o un cocido de garbanzos, en cada casa se hacían las ¨rosquillas de baño¨. Estas rosquillas se ¨bañaban¨ en clara de huevo al punto de nieve y se intentaban hacer lo más grandes posibles para poder presumir de rosquilla.

El cura subía a oficiar misa desde Tamajón en caballería, pero después de la guerra civil ya no se oficiaba misa dominical debido a la incomunicación cada vez más acusada de La Vereda y a la incipiente emigración que iba mermando el numero de habitantes del pueblo. Los vecinos llevaban un turno de acogida para saber a que casa le tocaba darle de comer o incluso cama si pernoctaba en el pueblo. 

Entre las costumbres de La Vereda varias se pueden citar: 

La víspera de Todos los Santos, se reunían para matar la ¨machorra¨, un macho cabrío viejo, hacer con él el ¨repasto¨ (guiso con huevos) y cenar todos los mozos en ¨corrobra¨. En esta cena, los chicos que cumplían 14 años entraban a formar parte de los mozos y pagaban un cuartillo de vino para todos. Luego se comían las ¨puches¨ unas gachas con miel, y cuando ya los mozos estaban un poco alegres, cogían las puches y llenaban las cerraduras de las casas para no dejar pasar a las ¨animas¨. Para dar más ambiente, colocaban calabazas huecas con velas encendidas en su interior repartidas por el pueblo. 

Navidades y Reyes. La celebración de la Navidad en La Vereda era sencilla, la fiesta se concentraba en la Nochebuena con una cena austera en familia, y un gran baile con la rondalla de guitarreros en la Casa de la Villa, con degustación de vino y anís para los adultos. 

El día de Navidad se dedicaba a ¨hacendera¨ en la que los hombres reparaban el estado de los caminos que estuvieran en mal estado.

El día de San Silvestre (31 de diciembre), Nochevieja el protagonismo era para la ¨Botarga¨. Este era un personaje estrafalario que resultaba elegido de entre los mozos para ver quien hacía esa noche el papel. Se vestía con una ¨saya¨ o falda vieja de mujer, una ¨chambra¨ o blusa de mujer y una careta en la cara tiznada previamente. Al cinturón, una ristra de grandes cencerros y en la mano un garrote. A las doce de la noche salía el botarga acompañado de los mozos, haciendo sonar estrepitosamente los cencerros acompañado del sonido de un gran tambor comunal que se guardaba en la Casa de la Villa.

De esta guisa se iba de ronda casa por casa llamando a las puertas de las mismas con el garrote y entrando hasta la cocina a remover las brasas de la lumbre en busca de patatas asadas. Los mozos que le acompañaban recogían entonces el aguinaldo, consistente en ristras de chorizo con formas de garrota, patatas, judías, trigo, centeno… que iban colocando en dos alforjas a propósito, una para el aguinaldo de los hombres, que se subastaba al día siguiente, y otra para el aguinaldo de los mozos, que lo guardaban para sus reuniones. 

Si en la casa había mozas o niños, el botarga bailaba con ellos, cantando los niños: 

¨Botarga la larga, cascaruleta, que más vale mi pelo que tu chaqueta¨. 

Si había mozos en la casa, estos invitaban a la ronda a torreznos, pastas y anís.  Por último toda la ronda cantaba, con el único son del tambor, el Cantar de San Silvestre aprendido de padres a hijos.

Al día siguiente, Año Nuevo, se juntaban todos los vecinos en la Casa de Villa a celebrar ¨almoneda¨, subastar los bienes recogidos la noche anterior en el aguinaldo de los hombres, siendo el beneficio para los gastos del Común. Un baile con rondalla y vino era el broche final de la fiesta. 

⊗ En época de Cuaresma era costumbre que las rondas que habitualmente hacían los mozos a las mozas las noches de los sábados se realizaran con un tambor y no con guitarras como se hacían habitualmente. Las mozas durante este periodo decoraban el armazón del Ramo con picos de enaguas, manteles, cintas de colores y salían con el a pedir a todo forastero que se acercara por La Vereda. Las niñas pequeñas hacían otro tanto con un armazón de madera con forma de aspa o cruz, al que decoraban de igual modo, para pedir iban cantando canciones petitorias y romances. 

En Jueves Santo se preparaba el Monumento en la iglesia, con numerosas velas compradas con parte de lo recogido. 

Carnaval. La ¨vaquilla¨ salía el martes de Carnaval por la noche, durante la celebración del baile en la Casa de la Villa. El mozo que ese año quería llevarla se colocaba unas ¨amucas¨ cubiertas con una manta de lana y con una buena cornamenta en la cabeza; hacía sonar ruidosamente los grandes cencerros que se colocaba a la cintura e iba persiguiendo principalmente a las mozas por las oscuras callejuelas del pueblo. 

El Mayo. Los mozos elegían la semana anterior el árbol, preferentemente chopo, que sirviera de ¨mayo¨ , al anochecer del 30 de abril lo colocaban en un profundo hueco excavado en la plaza de Oriente. Lo elevaban mediante sogas y en algunas ocasiones tenían que subirse al tejado de las casas colindantes. El tronco era desmochado de ramas excepto en la punta.

Luego posteriormente salían los mozos de ronda por las calles cantando el mayo a las mozas en general, y a las novias de los mozos en particular. Terminada la ronda, cada mozo preparaba su ¨enramada¨ a su moza, consistente en ramas floridas de jara, tomillo o romero, colocadas en forma de ramos en ventanas, rejas o incluso bajo las lajas de pizarra de los tejados. Si las mozas quedaban contentas correspondían a sus ¨mayos¨ con rosquillas de baño el día de San Pedro. Como broma, los mozos que querían dejar a sus novias, colocaban cardos como enramadas. 

La construcción del pantano de El Vado en 1954 fue un mazazo para los «veredanos» pues desde ese momento se corta el camino que unía La Vereda con Tamajón a través del puente de El Vado. El Estado, una vez hecho el embalse, no construye una pista alternativa, con lo que La Vereda y Matallana quedan aislados, sin accesos ni ningún tipo de servicios. Tienen que ser los propios vecinos los que realicen penosamente un camino de herradura por el que tardan unas cuatro horas en llegar a Tamajón. Sin caminos, sin médico cerca, sin servicios básicos se estaba empujando a las gentes de La Vereda y Matallana a emigrar. 

Los «veredanos» se fueron marchando en los años 50 y 60 en su mayoría a San Sebastián de los Reyes (Madrid) en un efecto dominó en el que las primeras familias que se instalaron en este pueblo fueron arrastrando a otras. Otro grupo de personas eligió Madrid como lugar para iniciar una nueva vida.

En el año 1971 cuando aun dos familias residían en La Vereda, Icona ejecuta la expropiación forzosa de todo el termino municipal, con el interés público de la realización de trabajos hidrológico forestales en la zona. En el otoño de ese año los últimos habitantes de La Vereda tuvieron que recoger sus pertenencias en baúles y fardos y cargarlas en las mulas para bajar a Tamajón y de allí a su nuevo lugar de destino.

Los últimos de La Vereda fueron por un lado el matrimonio formado por Julián Lozano y María Mínguez con un hijo que vivía con ellos, y por otro lado el matrimonio formado por Segundo Mínguez y Anastasia Moreno con un hermano soltero de esta, Jerónimo Moreno.

Paradojicamente, en 1974 llegó a La Vereda lo que nunca había llegado hasta el pueblo: un camino rodado para vehículos realizado por el Estado. Un grupo ANTIGUOS POBLADORES Y de arquitectos, sensibilizados con la belleza de la arquitectura negra tradicional, en estas montañas por la gran abundancia de pizarra negra que hay, constituyeron la Asociación de Amigos de la Vereda (hoy Asociación Cultural La Vereda) y consiguieron la concesión de la Vereda y Matallana (Matallana ya estaba rehabitada entonces por sus primeros repobladores) a cambio de un arrendamiento anual y el compromiso de recuperar los edificios respetando escrupulosamente el estilo tradicional y el medio ambiente, compromisos que han cumplido con mucho esfuerzo y sin ayuda de la administración ni entidad alguna, y cuyos resultados pueden observarse a día de hoy después de más de 30 años de constancia, con más de 20 casas recuperadas y algunos de los edificios sociales, como la iglesia, reciclada a Casa de la Cultura, y la fragua del pueblo que ha recuperado, en solitario, uno de los últimos herreros artesanos que existen en la actualidad, un oficio en extinción, vecino de Matallana.

Éstos pioneros atrajeron a otros aventurados, incluido un grupo de psicólogos que deseaban experimentar la utopía rural, que a su vez fueron atrayendo a nuevos habitantes. En la actualidad La VEREDA se han convertido en un museo vivo de la vida rural de la zona.

Desde 1989 los antiguos vecinos y descendientes de La Vereda, Matallana y El Vado se reúnen el 29 de junio en La Vereda para celebrar y recordar el día festivo organizado por la Asociación Cultural Hijos de La Vereda. Asociación que trata de que no se pierdan las costumbres y tradiciones del pueblo así como de conseguir la reversión de las casas que un día fueron suyas.

**Todos los datos aquí publicados están extraídos del blog creado por la Asociación Cultural Hijos de la Vereda y de conversaciones con Francisco Martín Moreno**.